Dice que tenía un dilema interno, pero que después de 5 horas de íntimas reflexiones, ese dilema quedó solucionado. Ahora está en paz consigo mismo. Una decisión difícil, una decisión muy difícil... que seguramente le va a reportar mucho provecho. Atención al razonamiento. Hugo Chávez llega a la jornada del referéndum constitucional con no pocas inseguridades: de hecho, los ataques a España, Estados Unidos y Colombia quieren ser la argamasa que una a unos votantes bolivarianos mucho más dispersos que en otras ocasiones. En el momento del recuento... empate. Y desde ahí, 5 horas de secretas cavilaciones chavistas. La opción número 1 es dar la batalla hasta el final. Eso significa recontar hasta el último voto, mantener en vilo a la nación y al mundo sin conceder la derrota. La opción número 2 es reconocer el triunfo de la oposición por la mínima. Chávez se decide por este segundo camino; la argumentación oficial es que lo hace para no someter a Venezuela a tensiones innecesarias. Pero hay mucho más. Agachando ligeramente la cabeza, dando un paso atrás, Hugo Chávez se da un baño de democracia, de legitimación, y consigue algo verdaderamente importante: dificulta la definitiva unidad de la oposición... Algo prácticamente hecho si hubiera seguido dando la batalla.
lunes, 3 de diciembre de 2007
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