Cada vez que pienso en el futuro, imagino un horizonte de tranquilidad. La felicidad que imagino para mi vejez no es la que da el dinero o la experiencia: es la que quiero que me aporte la paz conmigo mismo, la paz de saber que todo está en su lugar, que todo está sereno, en armonía. Es, por tanto, mi deseo de cara a lo que está por venir. Porque ya se lo dice Doc Brown al pequeño Marty: "El futuro no está escrito. Se puede cambiar". Labrémonos uno que sea bueno. Feliz caminar.
lunes, 24 de diciembre de 2007
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