domingo, 30 de septiembre de 2007

150, 149, 148, 147...

2 de marzo de 2008. Ése es el domingo que se perfila como escenario de las próximas Elecciones Generales, huyendo de la Semana Santa y del influjo del 11-M. Quedan, por tanto, 5 meses para salir de dudas. Y lo que está en juego en los próximos comicios es mucho más que el nombre del señor que vivirá en el Palacio de la Moncloa durante los próximos 4 años. Nos estamos jugando la legitimación o no de la mala política.

Tras la muerte del general Franco, y a diferencia de lo que ocurrió, por ejemplo, en Alemania, la sociedad española decidió no encausar a los responsables y directos participantes en la dictadura. Podemos preguntarnos por qué, y seguramente encontraríamos varias razones: de carácter histórico, sociológico, e inherente a nuestra forma de ser como nación. Sin embargo, lo que hoy pervive es una sensación de que todo lo que hizo el Estado español entre 1939 y 1977 no ha sido nunca fiscalizado.

Y precisamente ahora, 30 años después de las primeras Elecciones Democráticas desde la II República, nos arriesgamos a pasar por el mismo trauma. El Gobierno "popular" de José María Aznar quedó milagrosamente indemne tras las elecciones de 2004; entre otras razones, porque entre su electorado ha calado la idea de que los muertos del 11 de marzo pesaron en la balanza a favor de los socialistas. Eso, unido a que el propio Aznar supo retirarse a tiempo de la liza, ha conseguido fijar en la mentalidad del PP que su proyecto político nunca ha sido realmente desautorizado por las urnas.

El próximo mes de marzo de 2008 se van a celebrar las verdaderas elecciones de 2004. Los votantes tendrán que decidir, si no lo hicieron ya hace 4 años, entre el proyecto de Rodríguez Zapatero y, quizá entonces sí, el proyecto de Rajoy. Quedan 150 días... y descontando.

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